No quiero ser gorda. Tengo miedo. Siento que siempre, pase lo que pase, mi cuerpo será el de una inmensa ballena. Se suspone que he bajado, mi pesa dice que estoy en los 57.5 o algo así, a veces marca 56.8. Tengo miedo, se me apreta es el estomago, el alma me da vueltas... he comido mucho, se supone que iba a obviar la cena porque entre el desayuno, el almuerzo y la merienda ya había completado mis 500 kcal, pero no, he comido mucho, mucho, una naranja, un pan y acá tengo un paquete de galletas de chocolate que voy a comer, no quiero, pero sé que lo voy a hacer. Tengo miedo. Con la naranja quedé satisfecha,
no como desde el hambre como desde la ansiedad, con el hambre puedo lidiar pero con la maldita ansiedad no. Tengo miedo, ahora mismo quiero llorar, llorar por ser tan débil, llorar porque me siento horrorosa, llorar por el paquete de galletas que me voy a comer. Tengo que hacer ejercicio pero no lo hago, tengo que comer menos pero no lo hago. Estos días me he sentido flaca, alguna ropa me queda más holgada... pero tengo miedo, miedo porque siento que voy a engordar, miedo a la comida, miedo,
miedo feroz, gigante... aterrador.